5 may 2012

Trincheras futuristas: Il Battaglione Lombardo dei Volontari Ciclisti Automobilisti



Julio de 1914. Tambores lejanos de guerra.
Italia se desvela del largo sueño embrutecedor, mientras la Pax giolittiana se extingue y la dictadura parlamentaria toca a su fin. Vendrán otras.
La nueva sociedad de masas amenaza con engullirlo todo. Anarquistas, socialistas y liberales desempeñan su papel. Los primeros matando a Umberto I en 1900, los otros llaman a la huelga, y los últimos miran hacia otro lado. Malos tiempos para la política. Surgen los conflictos. Mecha y pólvora con cualquier excusa. La Settimana rossa del 7 al 14 de junio desmuestra la inquietud popular y el nerviosismo del poder.
En palacio las cosas no van despacio. Giolitti se retira a sus cuarteles de invierno. Salandra hereda su maestría y atestigua más audacia. En un golpe de mano, amaga con su dimisión y vuela a favor del viento para recuperar el cargo de Primer ministro. Jaque mate. El alumno ha superado al maestro. Vittorio Emanuele III juega a verlas pasar, o quizá ni eso.
La guerra sigue cociéndose en Europa. A pesar de su rol menor, Italia está en todas las salsas. Por su privilegiada situación geoestratégica (fronteras alpina + Mediterráneo + cercanía Balcánica,...), Alemania y el Imperio Austrohúngaro la incluyen en la Triple Alianza desde 1882. Mera decisión estratégica: "si estás con nosostros, no estás con ellos". Su papel, sin embargo, es tan insignificante que solo le informan del contenido del ultimátum austríaco, apenas a 24 horas de enviarlo a Belgrado. Todo lo que ocurre después, del 22 de julio de 1914 al 24 de mayo de 1915, es simplemente Ars politicae, o el 'juego del ratón y el gato'.
Italia se declara neutral. Para con sus antiguos aliados, esgrime el incumplimiento por parte de Austria del art. VII del tratado: 'ventajas territoriales' como motivo para la no adhesión en caso de guerra. Justifica la posible conquista de Serbia como una clara 'ventaja territorial' para Austria-Hungría. Asímismo, el gobierno italiano concluye que no hay causa foederis que la empuje a la guerra. Francia respira tranquila, Inglaterra finge indiferencia y los ex-aliados la ningunean, no sin antes acusarla de maniobras cobardes y traidoras.
La guerra también hierve en Italia. La mayoría social comparte la decisión del gobierno. Pero una minoría altanera clama a la guerra. Sectores ultranacionalistas e irredentistas, elementos radicales de la política y gran parte de la población de los territorios del Trentino y Venezia Giulia exigen la intervención. Son pocos, pero su ruido mediático va in crescendo. Su altavoz: la propaganda y la violencia política dentro y fuera del Parlamento como nuevos canales de expresión.
Cuando estalla la guerra, el intervencionismo italiano es un movimiento muy heteredoxo y transversal. Lo forman editores de gran prestigio como el senador y director del Corriere della sera, Luigi Albertini, políticos liberales, grandes industriales de la Lombardía, miembros de la pequeña burguesía toscana e incluso intelectuales iluminados como Gabriele D'Annunzio. Junto con él otros artistas se unen al intervencionismo, influenciándolo de forma decisiva.
Desde principios de siglo, los artistas más destacados del panorama italiano piden paso. Reclaman un cambio radical en el status quo. Los futuristas, que toman el nombre del manifiesto elaborado por su lider y gurú espiritual, Filippo Tommaso Marinetti, reivindican el triunfo de lo nuevo por encima de lo caduco y lo mortecino. En la carta fundacional, Marinetti glorifica la guerra, la violencia y la destrucción como la única fuerza renovadora. Aboga destruir instituciones e ideologías por inútiles y cobardes. Enaltece la figura del hombre y la masculinidad, y exige que la valentía y el coraje sean las nuevas fuerzas creadoras.
El Manifiesto de 1909 instituye la guerra higiénica como matriz y crisol de vida. La guerra no es motor, sino herramienta. Las alas revolucionarias? Lo militar y el patriotismo, que encajan perfectamente con el sector intransigente del interventismo. Las tesis futuristas suenan a mesiánicas en algunos sectores políticos y económicos. Su mutación política no se materializará hasta el squadrismo de cuño fascista que circulará por las calles y campos de Italia a partir de 1918.

Arrr !!!
Los futuristas son hombres de acción. Estallada la guerra se alistan al Regio Esercito Italiano. Como voluntarios tienen el privilegio de poder decidir su unidad. Destino? Una de las unidades más curiosas del ejército transalpino: ll Battaglione Lombardo dei Volontari Ciclisti Automobilisti.
Unidad paramilitar antes de la guerra, el mayo de 1915 consigue su certificación como para el servicio y es enviado al frente. El batallón lo forman 22 oficiales, 2 médicos, 500 bicicletas, 20 motocicletas y 4 camiones. Con él también parten los futuristas más destacados, a banda de Marinetti: el escultor Umberto Boccioni, el músico Luigi Bassolo, los pintores Severini, Carrà y Sironi, el arquitecto Antonio Sant'Elia, y otros tantos como Carlo Erba, Anselmo Bucci y Achille Funi. Después de un breve adiestramiento, a finales de julio se trasladan al sector de Ala y de la Gardesana, al este del lago de Garda. Periodo tranquilo, ya que apenas salen del acuartelamiento de Peschiera. En la segunda semana de octubre son trasladados a Malcesine. Al poco, una patrulla formada exclusivamente de soldados futuristas toma parte en una acción arditi (audaz) de castigo en las trincheras enemigas, en la zona de Dosso Tre Alberi. Pocos días después, el 24 de octubre, todo el batallón participa en la escaramuza de Dosso Cassina. Triunfo menor: capturan las posiciones más elevadas del monte Altissimo.
La experiencia futurista de la guerra no es ideal, pero tampoco es la rutina de los frentes del Carso o del Isonzo. Sin romper la disciplina militar, la vida de los futuristas es bastante llevadera. La tranquilidad del frente y su espíritu libre hacen el resto. En diciembre de 1915 se disuelve el batallón y se les concede un permiso temporal a todos sus miembros. Pasadas unas semanas, algunos deciden volverse a alistar en otras unidades, pero el resto se reincorpora a su vida civil.
Del total de futuristas, diez de sus más ilustres miembros pierden la vida: Boccioni, Sant'Elia, Tommei, Cesarini y Carlo Erba.
Respecto a los supervivientes, algunos condenaron la guerra y abjuraron de su pasado futurista, pero el resto continuó su trayectoria artística, y en la mayoría de los casos apoyó el nuevo regimen político.

Fuentes:

- Il Battaglione Lombardo e i futuristi. Edizioni Gabriele Mazzotta, 2010. [Catálogo de la exposición 'I futuristi a Dosso Cassina', Piacenzo, otoño 2010].
- Sansone, Luigi. I futuristi del Battaglione Lombardo Volontari Ciclisti Automobilisti. Mazzota, 2010.
- Reseña de la exposición en el Museo di Riva del Garda sobre el futurismo y la Gran Guerra http://www.comune.rivadelgarda.tn.it/museo/expnews/import_news?id=bollettino/anno-2008-2/i-futuristi-a-dosso-casina-documenti-di-frontiera

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